Acariciamiento de manos a dos

Para verte, cierro los ojos.
Para sentirte, contacto con mi cuerpo.


Me despliego infinito,
en la elasticidad de mi respiración.


Mi cuerpo transformado,
es receptáculo de la sensibilidad divina.


Nuestro encuentro,
es el momento preciso, del amor encarnado.


Se abren los ojos de mis yemas
y nuestra mirada se vuelve contacto.


En un instante la historia de mis caricias te revelo,
y soy niño otra vez.


Cuando me tocas, vuelvo a nacer.
Cuando te toco, siento la vida fluyendo en nosotros.


Siempre,
que nos tocamos,
recorre por nuestras manos un infinito enlazado
en el encuentro de nuestros corazones.


La caricia, es una expresión sutil
del universo en su movimiento eterno.


Elio Franco Bulbarella
Alumno de 3er año, EBBA, Dique Luján
Buenos Aires, Argentina